Autoexigencia femenina… ¿masoquismo de género?

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Marimandi, una solterona del montón vuelve a las andadas. Tras varios meses de silencio espectral, la vida provoca cambios que como los helados saben a gloria… pero cuando has acabado con el cono de nata/choco llega ese malpensamiento sobre el futuro de la gloria bendita. Las caderas, la tripa, el culo incluso los tobillos que las hay muy exageradas.

 

Y quizás Marimandi ya no esté soltera pero ahora sí revive todo aquello que “criticaba” hace unos meses y que a nosotras en el fondo nos encanta. Pero hay una cosa que ni solteras, ni rubias, ni bajitas, ni celulíticas se nos pasa y no es otra cosa que la autoexigencia. Si esa cosa que nace cuando eres pequeña frente al espejo cuando tu prima la del pueblo es más rubia, más alta y más graciosa.

 

Continua en plena adolescencia cuando tú, que eres el ojo derecho de tus abuelos y la apuesta segura de tu madre en cuanto a belleza, te vas de vacaciones a la playa y vuelves siendo la misma, plana, con chichas y llena de trencitas. Y descubres, que eres una cría, cuando la Jessy tiene dos bultos llamados tetas, un pelazo suelto y una camiseta corta que enseña un piercing; toda una declaración de intenciones. A todo eso se le llama complejo, pensareis alguna, pero ese es el lodo primogénito de estos barros. Unos barros de estar a la altura, da igual que seas una garza con unas piernas más largas que el corredor mediterráneo o vivas en tu mundo de ilusión del metro y medio malmedido. Da igual, eres mujer, luego autoexigente.

 

Y ahí miento y mucho. Porque las hay que viven por encima del bien y del mal, nada les molesta, nada les ofusca, la goma de la braga nunca les aprieta y siempre están morenas. Pero aiii queridas mías, que ese mundo de luz y de color, tiene los minutos contados (en algunos casos pueden ser horas) porque siempre aflora una inseguridad para ser más que nadie, hacer las cosas mejor que nadie y no es porque somos estupendas… NO. Es por el que dirán, porque en esta vida has tenido que sobrevivir junto a tu prima la rubia que recibía más paga que tu, que siempre has sido la amiga maja de la Jessy y que ahora eres la pringada que llega a todo, a un novio exigente, que no auto y a un trabajo que te absorbe el color, la energía y la vida (peor que un caracol en una casal de Lérida).

 

Ser perfecta, parecer perfecta y ¿sentirte perfecta? El sentir o el apetecer son verbos que la autoexigente no utiliza,  vaya a ser que se nos vaya la olla y pensemos en nosotras mismas. La autoexigente es capaz de hacer de todo y sino lo aprendes, verbo que utilizas a mansalva porque tú sí debes saber de todo. La autoexigencia no te permite estar de bajón, ni tener resaca, ni comer de más en una boda, vaya a ser… y dale con el vaya a ser… que después te vas del bar sin pedo, con tus amigas ciegas y habiendo escuchado todos los problemas que ellas sí cuentan sin pensar que pensarán de ellas.

 

Porque las autoexigentes pensamos y lo hacemos de más. Pensamos antes de hacer las cosas porque tener un programa es muy importante, pensamos mientras porque las cosas a lo loco no se hacen y pensamos después con un “si hubiera hecho, hubiera dicho” y lo peor, todo ello con un NO delante.

 

Más verbos… Ah si, ser una ONG andante. Una defensora de las causas perdidas, y la causa perdida es tu amiga la Mari, que lleva toda la vida recibiendo el sueldo nescafé de la suerte. Chica toda le llega a ella, y todo es maravilloso, huele a rosas y es “chuli”. Lleva soltera tres meses y pam.. el día que tú no decides salir, ya que un grano de postperiodo ha decidido asentarse en tu napia, conoce a un moreno, con trabajo fijo, guapo, fuerte y… (se me quedan cortas las comas). Y tú que estas asqueada, que piensas en porqué a mi esto nunca me pasa y repiensas, ¿esto a mi me pasará algún día? eres majísima y estás ahí aguantando una descripción digna de un 8 en clase de Historia del Arte. Todo ello semanas previas a una ruptura, sin sentido, sin saber el porqué si todo era maravilloso y tú, que sí te permites reír por lo bajini, piensas de nuevo esto a mi no me hubiera pasado. Y por fin… has pensado en ti y en positivo ¿y para cuando la próxima?

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